Vulnerabilidad
- Paola Salazar
- 29 nov 2024
- 3 Min. de lectura

Una palabra en la que nunca había pensado.
Pero ahora, en esta etapa de mi vida me doy cuenta de que es importante que medite un poco más en su significado y en lo que viene representando para mí.
La vida me viene mostrando la belleza de ser vulnerable y no quiero dejar pasar esta enseñanza, la quiero hacer consciente, la quiero reconocer y abrazar.
Busqué definiciones y encontré:
¨La vulnerabilidad emocional se refiere a la sensación de fragilidad emocional o la dificultad para lidiar con las emociones de manera efectiva. Las personas que experimentan vulnerabilidad emocional pueden sentirse abrumadas por sus sentimientos, tener dificultades para regular sus emociones y encontrar difícil recuperarse emocionalmente de situaciones estresantes o traumáticas.¨
Sí, entiendo que ese es el significado común, pero mi experiencia me ha mostrado algo hermoso de la vulnerabilidad.
Mi padre, un hombre de más de 80 años, toda su vida un patriarca, toda la familia y amigos giraban a su alrededor, como un gran sol rodeado de planetas a los que cuida y protege. Este rol lo hacía sin esfuerzo, casi sin hablar, un hombre serio, fuerte como un roble gigante que no se sacude con nada y que da sombra a quien lo necesite. Nunca aprendió a dar amor con caricias, abrazos o besos. Su manera era siempre estar ahí para quien lo necesitara y escuchar por horas a quien lo necesitara.
Hoy, un viejo con demencia senil, hoy su escudo (fuerte y pesado) ha caído al suelo, todos los paradigmas de ¨patriarca¨ se evaporaron y quedó un hombre viejo vulnerable pero sensible. Ahora disfruta la compañía, permite un cálido beso en la frente, ahora, sonríe más, juega con las palabras (absurdas a veces) o con sonidos intentando ser gracioso. Ahora, estira los brazos y me besa las mejillas, ahora puedo ser testigo de toda la vulnerabilidad que siempre tuvo y que ocultó por años, impidiendo recibir ternura de quienes más lo amamos.
Cuanto amor hubiera podido recibir en formas de abrazos, caricias y besos, pero su escudo de fortaleza lo impidió.

Debemos permitirnos ser vulnerables, pues es justo allí donde radica la fortaleza.
No existe nada más hermoso que ver a un hombre admitiendo que tiene miedo, admitiendo que está asustado, admitiendo que está triste, admitiendo que cometió un error. No existe más nobleza en el ser humano que cuando se reconoce HUMANO.
Cuando reconocemos todo esto y nos permitimos reconocernos como seres vulnerables, le damos más espacio al amor, a crecer... a mejorar.
Ahora tengo la oportunidad de disfrutar a mi padre de una manera que no había podido antes, ahora lo puedo amar con mis manos, con mis brazos, lo puedo tocar y acariciar honrándolo, sin escudos ni armaduras de patriarca. Ahora soy yo la que lo puedo cuidar, organizar sus cabellos, ponerle cremas en sus brazos y piernas, poder mirar con atención el color de sus ojos y cada una de sus arrugas. Y agradecer, agradecerle en silencio por todo lo que ha entregado en su vida, ahora es tiempo de recibir.
Permitirnos ser vulnerables nos entrega la oportunidad de aprender a recibir y de, sin miedo, dejarnos ver cuán frágiles somos en realidad.
Quien aprecie eso, nos ama realamente.
Gracias, papa (así sin tilde, así lo llamo) hasta en esta etapa, me sigues enseñando de la vida.
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